Los primeros años de vida de un ser humano son extremadamente importantes porque es durante esta etapa temprana cuando se producen cambios y desarrollos significativos en el cerebro y en el sistema nervioso central.
Durante esta fase crítica, el cerebro está altamente receptivo y maleable, lo que significa que es más susceptible a la influencia del entorno y la experiencia. Esto tiene un impacto profundo en el desarrollo futuro de la personalidad, el carácter y muchas otras habilidades y capacidades desarrolladas por el ser humano. es en esta etapa donde se forma el sistema de creencias.
Desde los primeros compases de nuestra existencia, este sistema de creencias comienza a tomar forma, moldeado por la interacción con el entorno inmediato y las primeras conexiones con la familia. La cultura en la que nos desenvolvemos imprime su huella, proporcionando lentes a través de las cuales interpretamos la realidad.
Las experiencias personales, marcadas por los triunfos y desafíos, también contribuyen a la construcción de este sistema, consolidando o desafiando las creencias existentes.
Un sistema de creencias tiende a ser relativamente estable y resistente al cambio, especialmente si las creencias centrales son muy arraigadas, Las diferentes creencias dentro del sistema tienden a estar interconectadas y ser coherentes entre sí, lo que crea una visión unificada y cohesiva del mundo.
A menudo, tendemos a aferrarnos a nuestras creencias incluso cuando encontramos información que las contradice. Esto sucede porque nuestras creencias funcionan como un filtro que nos ayuda a entender lo que ocurre a nuestro alrededor.
Lo sistemas de creencias son tan diversos como somos nosotros mismos. Desde las creencias arraigadas en lo espiritual hasta las formas en que vemos el amor, la amistad, la moral y la ciencia, y todos los escenarios donde interactuamos como seres humanos. Estos sistemas tejen la tela de nuestra realidad.
EN EL SISTEMA DE CREENCIAS ENCONTRAMOS CONCEPTOS ASOCIADOS PRINCIPALMENTE A LA TERAPIA COGNITIVO- CONDUCTUAL Y SE REFIEREN A DOS NIVELES DISTINTOS DE CREENCIAS DENTRO DEL SISTEMA DE CREENCIAS DE UNA PERSONA, ESTAS SON: LAS CREENCIAS CENTRALES Y SECUNDARIAS.
Creencias centrales
Son las creencias fundamentales y profundamente arraigadas que dan forma a la visión global de uno mismo, de los demás y del mundo.
Se Caracterizan por ser fundamentales para la identidad y la autopercepción, Tienen un impacto generalizado en múltiples áreas de la vida, Suelen ser aprendidas en la infancia y pueden ser difíciles de cambiar.
Ejemplos:
«No Soy valioso»
«El mundo no es un lugar seguro» «No merezco ser amado/a.»
«No puedo confiar en nadie, siempre me decepcionarán.»
«No tengo control sobre mi vida; las cosas siempre salen mal.»
Creencias Secundarias
Son creencias más específicas y situacionales que se derivan de las creencias centrales y afectan a áreas más particulares de la vida.
Son más flexibles y cambiables que las creencias centrales. Pueden surgir en contextos específicos o en respuesta a situaciones particulares. A menudo, están más directamente relacionadas con comportamientos específicos.
Ejemplos:
«No soy capaz de hacer bien este trabajo»
«Las personas siempre intentarán aprovecharse de mí»
«No importa cuánto trabaje, siempre estaré endeudado/a ‘’ «Siempre tomo decisiones equivocadas; no puedo confiar en mi» «Soy propenso a enfermedades; nunca podré mantenerme saludable.»
Es fundamental, tener presente que los sistemas de creencias pueden manifestarse tanto en aspectos positivos como limitantes. Estos sistemas tienen la capacidad de conferir un sentido de identidad, establecer valores y definir un propósito en la vida. Sin embargo, es crucial reconocer que, si no se someten a un cuestionamiento y examen crítico, también puede provocar concepciones erróneas, generalizaciones y actitudes de exclusión.
Los sistemas de creencias positivos pueden ser auténticos motores de bienestar emocional y éxito personal. Proporcionan un marco sólido que orienta nuestras decisiones, establece nuestras prioridades y contribuye a la formación de conexiones significativas con los demás. Estos sistemas positivos nutren una sensación de pertenencia y propósito, impulsándonos a alcanzar nuestras metas y afrontar desafíos con resiliencia.
Es importante destacar que, aunque nuestras experiencias tempranas pueden dejar huellas significativas, los seres humanos poseemos una notable capacidad para cambiar y adaptarnos a lo largo de toda nuestra vida.
Modificar nuestro sistema de creencias implica un esfuerzo consciente, tiempo y disciplina. Se trata de un proceso gradual, que requiere compromiso y autenticidad en el viaje de transformación personal. Mantener una rutina constante y comprometida en este proceso contribuirá significativamente a la construcción y fortalecimiento de tus creencias, proporcionando un cimiento sólido y conocimiento de tus sistemas de creencias.